18 diciembre 2013

La nueva ruta vegetariana

Según la ONU, reducir el consumo de carne ayudaría a bajar los niveles de contaminación de nuestro planeta. A la primera puede sonar como un desafío difícil, pero el reto se aliviana con los siguientes sabrosos restaurantes donde uno rápidamente se olvida del bistec.
Cuando se habla de contaminación y calentamiento global, inmediatamente se piensa en los autos, las fábricas y el tabaco como unas de sus principales causas. Poco o nada, en cambio, se habla de los efectos que la industria de la carne tiene en el planeta.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) publicó en 2008 un informe, señalando que el sector ganadero es responsable de casi la quinta parte de los gases de efecto invernadero emitidos en el mundo, superando incluso al sector del transporte, cuya huella de gas invernadero alcanza al 13%.
A principios de este año, la ONU volvió a alertar sobre el impacto negativo de la industria de la carne en la naturaleza –desde la deforestación a la contaminación de las aguas– y llamó a la población a bajar su consumo como una estrategia rápida y eficaz para reducir la polución.
Pero el cambio no tiene por qué ser ni desabrido ni drástico. Se puede comenzar con eliminar la carne de la dieta una vez a la semana y reemplazarla con alimentos vegetales suculentos y sabrosos. Para hacer menos sufrida esta transición, aquí presentamos cinco restaurantes vegetarianos, cuyos platos prometen satisfacer los paladares más exigentes:

Herbívoro

Herb� voro
Es probablemente el restaurante vegano más reciente de la capital. El 24 de septiembre de este año, Herbívoro se instaló a un costado de la tienda y taller de bicicletas Sucucho Servcicles en el primer piso de un edificio de la calle Rancagua.
La idea –dice su dueño, Jerónimo Ruiz, 37 años, vegano– es que sea comida de paso. Aquí se pueden encontrar empanadas integrales de acelga, humita y tofu, entre muchos otros rellenos, lasañas, panqueques, sándwiches y hamburguesas. Destaca la pizza vegana con salsa de tomate, queso derretible a base de castañas de cajú, palmitos, aceitunas y champiñones, cuya masa se elabora con lupino, un cereal consumido hace cientos de años por los mapuches ($5.150). También hay pasteles, cheesecake, pie de limón y cupcakes.
Otro de los fuertes de este lugar son los smoothies ultra vitamínicos y de curiosos nombres como el Demonio rojo –betarraga, pera, jengibre y leche de almendra– o el Monstruo verde –acelga, espinaca, jugo de limón, piña y agua de coco–, que vienen en copones de medio litro ($2.650).
El restaurante también tiene un almacén y hace despachos a domicilio en su “herbívoro móvil”, una bicicleta.
Rancagua 0188, Providencia

El Árbol

El Arbol
En  una tranquila calle de Providencia se encuentra este restaurante vegetariano que en diciembre cumplirá cuatro años de vida. Su céntrica ubicación hace que de lunes a viernes, a la hora de almuerzo, se replete de oficinistas que trabajan en el sector.
Lo más pedido es el menú del día, que por $4.500 incluye una entrada (como una ensalada o una crema de verduras), un plato de fondo (como un risotto de mote o una hamburguesa de lenteja con puré), un postre y un jugo.
A la carta se pueden pedir pizzas, sándwiches o quiche de verduras. Pero uno de los clásicos del lugar es el veggie dog ($2.200), un completo italiano en su versión vegetariana: salchicha de proteína de trigo y de soya, con mayonesa de soya, tomate y palta.
En el primer piso hay una tienda de frutas y verduras orgánicas, leches de origen vegetal y otros productos naturales.
Huelén 74, Providencia

Quínoa

Quinoa
La chef Sol Fliman abrió junto a su hermano, Diego, este restaurant en abril de 2010 en Vitacura. Para ellos, la cocina vegetariana nunca les resultó extraña: son los hijos de José Fliman, el dueño de El Huerto, uno de los primeros restaurantes vegetarianos de Santiago.
Como la base de las preparaciones son las verduras, los platos cambian según la estación. En invierno se utilizan lentejas, espinaca y zapallo, mientras que avanzada la primavera se empiezan a incluir espárragos y alcachofas. Para los días de calor, la chef recomienda los refrescantes gazpachos de tomate, cuya versión tradicional viene con pepino y pimentón verde, pero que también se puede preparar con frutilla, apio o cereza.
Los platos preferidos por los comensales son la ensalada de quínoa roja ($5.900) y la lasaña de berenjena ($6.500), cuyas recetas se pueden encontrar en el libro Cocina de mercado: sabores vegetarianos, que Sol publicó a fines del año pasado y del cual ya se han vendido más de 3.000 ejemplares.
Luis Pasteur 5393, Vitacura
De lunes a viernes de 8:00 a 19:00 horas y sábados de 9:00 a 17:00 horas

Vegan Bunker

Vegan Bunker
A los 13 años Martha González se volvió vegetariana; a los 18, vegana. Hoy, a sus 27, es dueña de Vegan Bunker, el primer restaurante 100% vegano de Santiago. En octubre del año pasado, este refugio abrió por primera vez sus puertas. “El foco es captar a la gente que come carne. Que digan: ‘Ah, mira, no es tan fome’”, explica.
La especialidad del lugar es la pastelería vegana, un desafío no menor si se tiene en cuenta que los veganos no consumen ningún alimento de origen animal como la leche, los huevos y la miel, por lo tanto, las preparaciones requieren de mucha creatividad.
Aquí se pueden encontrar brownies, tartaletas, muffins, cupcakes, cheesecake, pie de limón, alfajores e incluso un Súper 8 en su versión vegana. También se hacen tortas a pedido, como la del Comegalletas –el querido y hambriento monstruo de Plaza Sésamo–, compuesta de bizcocho de chocolate y mantequilla de maní (desde $20.000 para 20 personas).
En Vegan Bunker también hay espacio para los platos salados. Eso sí, no se trabaja con una carta, sino que con un menú que cambia todos los días. Un martes de octubre, por ejemplo, se ofrece arroz primavera con tofu envuelto en nori, ensalada de lechuga, zanahoria y brotes, y jugo de manzana-jengibre ($2.500 durante la semana y $3.000 los sábados).
También se realizan talleres de cocina y pastelería vegana.
Blanco Encalada 2479, Santiago
De lunes a viernes de 13:00 a 20:00 horas y sábados de 13 a 19 horas.

La Fraternal

La Fraternal
La psicóloga Katherine León y la instructora de hatha yoga Marina Fernández son las creadoras de La Fraternal, restaurante vegetariano ubicado en un acogedor barrio de Ñuñoa. La primera vez que abrieron, en abril de 2010, vendieron 6 almuerzos; actualmente venden, en promedio, 60 almuerzos al día.
Lo más solicitado es el menú (entrada, plato de fondo y postre por $3.500), el cual varía según los días: los lunes son legumbres, los martes es vegano, los miércoles son pastas, y el resto de la semana es fusión.
A la carta se puede pedir desde un chacarero vegetariano –queso fresco, porotos verdes, tomate y ají verde– hasta sándwiches basados en el raw food, estilo de alimentación que consiste en cocinar con un máximo de 40° de temperatura para que los vegetales puedan mantener intactos sus enzimas y nutrientes. Destaca, además, el jugo de luz, con manzana, hojas verdes y pasto de trigo con semillas germinadas.
En la entrada del restaurante, al lado de la terraza, está un huerto espiral con menta, poleo, matico, salvia, ruda, romero, curry, aloe vera, caléndula y cedrón, entre otras hierbas, mientras que en el patio trasero se encuentra una huerta orgánica con frutas y verduras.
En La Fraternal se hacen también clases de yoga.
Holanda 3362, Ñuñoa
De lunes a sábado de 9:00 a 20 horas

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