03 agosto 2018

Conciliando Maternidad y Trabajo

¿A qué mujer no le preocupa o le trae culpa el trabajo una vez que se ha convertido en madre? sea porque trabaja mucho, poco o nada, la culpabilidad toca a nuestra puerta como un fantasma imposible de enfrentar y olvidar.
Es importante partir de la premisa que todas hacemos lo mejor posible por nuestros hijos e hijas, y que queremos lo mejor para ellos, lidiando con la realidad laboral que hemos acarreado de antes de ser madres o no, hoy podemos cuestionarnos y poner sobre la mesa este tema, de manera tal de dilucidarlo, esclarecernos y dejar las culpas remitidas al mínimo posible, aprendiendo a lidiar con ellas, sea porque trabajo o porque no!
Las madres que no trabajan en algún momento se preguntan si "debiesen" hacerlo, o algunas sin tener el más mínimo de ganas de hacerlo, si quieren tiempo libre, tiempo fuera del rol de mamá, lo que equivale a las horas afuera a veces también se puede volver una fuente de baja, moderada o incluso alta culpabilidad por esta conciliación.
Conciliar no es fácil, sin embargo, podemos tener en consideración algunas cosas que nos pueden ayudar a manejar el tema y a adentrarnos en lo que necesitamos indagar en nosotras mismas, para buscar nuestro propio equilibrio... nuestra propia y singular "conciliación".
trabajo y lactancia
Cuando volvemos a trabajar o ya llevamos un poco tiempo en ello, solemos sentir (algunas más conscientes que otras) una pequeña dicotomía entre el trabajo y la maternidad, o incluso la casa. Salimos con un nudo en la garganta de la casa al trabajo, dejando a nuestros hijos/as al cuidado de otras personas, nos pasan cosas (en menor o mayor intensidad, nos demos o no cuenta de forma consciente, evidente) pero nos pasan cosas. Llegamos al trabajo y nos desconectamos a ratos, pero a ratos no... es relativo y depende de lo que hago, de mi cargo, mi profesión, y de la cantidad de trabajo que tengo. Nos puede servir tener la foto de mi hijo en el escritorio, o puede ser un martirio de culpabilidad. Nos pasan cosas. Cada una lo vive distinto.
Termina el trabajo y vamos llegando a casa... algunas sienten incomodidad, otras felicidad... pero llegado el momento de estar ahí y ser mamá... nos cuesta. ¿Qué nos cuesta? Nos cuesta conectarnos con nuestras infancias y carencias (que todos tenemos en mayor o menor medida) que representa ese o esos pequeños grandes maestros que son nuestros hijos/as. Queremos "descansar" y la maternidad se vuelve "un trabajo más".
Cuando criamos, criamos desde la intimidad, "puertas adentro". A diferencia del trabajo donde todos nos reconocen los logros, nos pagan o nos dan algún tipo de confirmación y validación por lo que hacemos, en la maternidad, en la casa.... muchas veces eso no está, o no está en la medida que lo necesitamos... o si está pero no nos es suficiente. Nos hemos ido acostumbrando en esta sociedad de trabajo patriarcal, a definirnos a nosotras mismas por el trabajo, por lo que hacemos y contribuimos a la sociedad. De alguna manera la maternidad, al ser invisible a los ojos de la sociedad, nos genera molestia, rechazo, miedo, incomodidad. En casa, en la intimidad... sale otra persona a la luz... una mujer que esta enfrentándose a sus sombras, a su niñez, a su historia. Nadie la mira y le dice con fuerza y consistencia lo gran madre que es. Encuentro identidad afuera, en esta mujer trabajadora, en lo exterior. Pero, ¿qué identidad encuentro en la madre a puertas cerradas? ¿con qué me encuentro? ¿qué veo de mi?
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Nos cuesta jugar, tirarnos al suelo y disfrutar simplemente, con nuestros niños, como niñas que fuimos. Nuestra infancia duele. Y duele por todas esas heridas muchas veces no resueltas, no conscientes ni vistas, ni miradas ni cobijadas por nuestra propia niña interna. Las desconexiones que nosotras como mamás tenemos con nuestros propios aspectos emocionales, tiene un impacto en la posibilidad de conectarnos con el mundo interno de nuestros hijos. Es imperativo volver a conectarnos con nosotras y nuestras sombras para así conectarnos con las necesidades afectivas de nuestros hijos. No hay términos medios en las emociones.
Esa niña lo que precisamente necesita es ser mirada, ser cobijada, ser contenida. Y eso sí lo puede hacer tu hijo/a. Lo hace todo el tiempo sólo que nos es demasiado doloroso a veces. Pero si le permitimos entrar en nuestro propio mundo infantil, y nos entregamos al juego con ellos, y nos olvidamos de los relojes y el orden y nos adentramos al juego con nuestros hijos, podemos volver a conectarnos con las niñas que fuimos y hacerla salir a jugar!, y que juegue un buen rato, todos los días, de maneras distintas, que sueñe y se conecte, sintonice y empatice con su hijo... y desde ahí... ir sanando esos dolores, heridas, faltas de cariño, miradas y juegos.
- No somos las que fuimos, aceptémoslo! no hay vuelta atrás. Hemos cambiado. Somos otra mujer. Hemos integrado nuevos conceptos, aprendido lo que me costó años aprender, desarrollado nuevas formas de relacionarme, de crear, de amar. Si podemos aceptar eso y no tratar de volver a "la vida de antes" tanto mejor y mas fácil se nos hará la transición en el trabajo y a la vuelta a la vida laboral. No hay un antes. Hay un ahora. Hay una nueva mujer, empoderada en muchos aspectos que puede ocupar todo lo aprendido como madre, a su trabajo, y puede también, dar nuevos aportes, poner en duda ciertos pilares que antes tenia y darse el espacio para construir unos nuevos que hoy, me hacen mas sentido.
- Consideremos que a nivel sociedad, tampoco hay conciliación. Y esto no para desanimarnos, sino mas bien para ir cambiando desde adentro estas bases. Las bases las podemos ir modulando nosotras. Cada día hay mas mujeres emprendedoras que con fuerza de mujer guerrera madre, tienen un sustento necesario para lo necesario a nivel económico y sobretodo emocional a sus hijos. Emocional porque pueden disponer de mayor tiempo para ellos y también para ellas mismas. Para darse un espacio de distracción, de autocuidado y por ende, llegan a casa más despejadas. Hoy se nos exige el 200%. Somos trabajadoras que pedimos, se nos trate igual que a los hombres, pero después somos madres y dueñas de casa, al llegar al hogar. Y no paramos! y estamos convirtiéndonos en superwoman siendo que muchas veces nosotras mismas hemos creado ese círculo. A veces la igualdad que pedimos en lo laboral, nos pasa la cuenta. Y no se trata de machismo, se trata que en realidad a todas nos genera algo adentro de nuestros corazones dejar el cuidado de nuestro hijo a nuestra nana, y ella a su vez, deja el cuidado de su hijo a otras personas, y así sigue la cadena. Es importante ver entonces cómo nos sentimos, porque ciertamente a muchas nos encanta nuestro trabajo y no se trata de dejarlo, sino de ver como poder re-acomodar en lo posible ciertos horarios, quizás pedir un poco mas de ayuda o AYUDA! ya que muchas veces el miedo u orgullo no nos permiten soltar las aprensiones y nos encontramos sin pedir casi nunca nada de ayuda. Cada madre tiene distintas opciones de acuerdo a su realidad de conciliar, y todas tenemos la capacidad de ingeniárnoslas para maternar.
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Gisele Bundchen opta por la lactancia a demanda, llevando a su hija al trabajo.






Permitámonos cuestionar como la sociedad está llevando la supuesta conciliación. La está llevando?Permitámonos ver cómo nos sentimos de regreso al trabajo y ver los horarios desde un nuevo lugar. El lugar de mujer, y ahora también madre. Veamos como nos sentimos y vayamos conectándonos para ir haciendo las modificaciones necesarias de acuerdo a nuestra familia, a nuestros hijos, a nuestra realidad, a nuestros corazones y como realmente vamos a estar cómodas trabajando, maternando, conciliando... podemos crear nuestra propia pauta de conciliación: escuchándonos.
Yo me pregunto. ¿Que pasaría si hubiese una revolución en la que las mujeres madres decidieran trabajar menos horas, en pro de la crianza? que pasaría a nivel social? que diría la prensa, como repercutiría en la economía del pais? Nuestro poder es grande. SOMOS poderosas, y así como ya hay varias conciliando desde el emprendimiento, siendo Chile uno de los mejores países para la microempresa, podemos pensar-soñar que a nivel dependiente haya una mejora en las condiciones para la mujer madre trabajadora. La movilización parte desde la sociedad y el gobierno. Independiente del partido político. Es la forma en como las mujeres últimamente estamos llevando la maternidad lo que sin darse algunos cuenta, esta cambiando al país. Del 40% de las mujeres Chilenas emprendedoras que hay hoy, el 87% de ellas son madres.
-Ser madres es conectarnos con nuestras sombras, con nuestra identidad, con lo que somos, lo que nos gusta y sobretodo lo que no nos gusta... en términos de que lo rechazamos, nos duele, es difícil, etc. Podemos hacer grandes aprendizajes en nuestra propia evolución, dándole un tiempo de mejor calidad y ojalá mayor cantidad a nuestros hijos. Aprendemos a ser mejores versiones de nosotros mismos y por último, nuestros hijos se llevan lo mejor de nosotros.
Allan Schore, psiquiatra e investigador en neurociencias, menciona con respecto al desarrollo cerebral del niño: El lado izquierdo, que es el que desarrolla el habla, no entra en funcionamiento hasta el segundo año de vida. En cambio, todo lo vinculado al apego se desarrolla durante el primer año. La idea esencial es que la relación de apego entre la madre y el hijo le da forma, moldea el lado derecho del cerebro. Hay una herencia genética natural, pero el entorno social y afectivo va tallando, como una escultura.
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Esta demostrado que si los padres entendemos como funciona el cerebro de los niños, podemos "penetrar" mejor en él y ayudarlos a hacer mejores conexiones sinápticas para que ellos crezcan de manera más segura y con mayor placer en el cerebro. Un niño seguro, que lo pasa bien en la vida, es un hijo que se siente acompañado por sus padres, querido, cobijado. Fortalece y construye un autoestima sólida y saludable. Ese niño se conectará con las situaciones que lo hagan sentir cómodo y se desligara de las que no. Por salud mental y autocuidado. Le será innato, así como es innato en los adultos seguir relacionándonos con las personas o lugares que nos hacen sentir cómodos, en casa, y dejamos de ver o de asistir a los lugares que no nos acomodan.
Podemos comprender finalmente, que la conciliación maternidad y trabajo, es un entramado de posibilidades, aprendizajes y escucha activa a nuestros deseos, necesidades y sobretodo la de nuestros hijos y lo que queremos para ellos y para nosotros como madres que criamos. Cada mujer debe hacerse la pregunta trascendental en su maternidad, sobre como quiere criar, que quiere inculcar, y de que forma. Y con que consecuencias de acuerdo a esa forma de criar, es decir, que consecuencias puede traer mi forma de criar... que mas allá de enjuiciarlas en buenas o malas (lo que sería un poco majadero) es simplemente pensar en como afecta e incide la forma como crio en las características valores y personalidad de mi hijo, futuro adulto pensante (y ojala empoderado... ¿es lo que queremos todos no?). Ya que para criar un hijo seguro, feliz y confiado en la vida, se debe invertir tiempo, así como invertimos 5 o 6 años de nuestra vida a estudiar una carrera para luego desempeñarnos en ella. Así como una pianista le dedica muchas horas al día a tocar para poder ser una gran pianista. Criar también requiere tiempo, y calidad. Y cada madre y padre decidirá informado, escuchándose, haciéndose éstas preguntas... lo que quiere inculcar, y cómo lo quiere hacer, desde lo que su corazón le dice, desde cada propia historia única como persona y como familia, sea como esté compuesta cada familia.

Bendiciones y a conciliar!


Pamela Labatut H.
Mamá
Psicóloga Clínica Perinatal
Terapeuta Floral acreditada
www.psicologiayflores.cl

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