El sueño infantil es un tema que en la sociedad occidental
está cargado de expectativas irreales. La literatura puede ser hoy por
hoy más extensa pero ciertamente llena de mitos y cargados de creencias
personales con baja información certera de estudios científicos acerca de la
realidad del sueño infantil. Nos preparemos o no durante el embarazo para saber
lo que nos espera en cuanto al sueño de nuestros hijos, lo cierto es que no
sabemos bien cómo es que se irá regulando de a poco el dormir de mi bebé a
medida que crece y cómo también lidiar con el cansancio, la lactancia, las
nuevas rutinas y un largo etcétera.
Hace 200 años aproximadamente que los bebés han empezado a
dormir solos en sus cunas y/o en lejos de sus papás, en otros dormitorios. Son
sólo 200 años versus 4 millones de años desde que el hombre comenzó a
caminar erguido en lo que nos separó de los chimpancés (junto con otros temas
por cierto). En estos 200 años se han planteado un sinfín de propuestas para
el sueño infantil basadas en un tema cultural, no de evolución humana (esto es
grave) y en cero evidencia científica y sociológica, que han puesto a muchos
bebés y familias en peligro de extinción de la naturaleza más primitiva de la
raza humana y animal… la intuición y el instinto de supervivencia.
Es importante entonces, estar informados de lo que realmente
se tienen estudios y de lo que evolutivamente como raza humana necesitamos para
un desarrollo mental/emocional y físico realmente óptimo, lo que actualmente en
la cultura occidental, implique dejar ciertas costumbres de lado y dar rienda
suelta al cerebro mamífero que llevamos dentro.
Ayer y hoy la exterogestación es tremendamente beneficiosa a nivel
emocional y de desarrollo neurológico
En éste artículo analizaremos los 2 principales mitos del
sueño infantil que hoy en día se pueden leer en artículos, revistas e internet:
1. A los niños
hay que “entrenarlos” para dormir, ya que no saben e incluso te
manipulan:
Los bebés humanos nacen inmaduros, más que cualquier otro mamífero, su cerebro al momento de nacer está a su 20%. Esto debido a la necesidad de que la cabeza pueda pasar por el canal vaginal. “Un bebé tiene en promedio 100.000 millones de neuronas, pero pocas conexiones neuronales. Éstas se irán multiplicando a medida que el niño crece, mediante la estimulación ambiental, sensorial, cognitiva y del movimiento. A los cuatro años puede llegar a un máximo de 1000 billones de conexiones neuronales”.[i]
Los bebés humanos nacen inmaduros, más que cualquier otro mamífero, su cerebro al momento de nacer está a su 20%. Esto debido a la necesidad de que la cabeza pueda pasar por el canal vaginal. “Un bebé tiene en promedio 100.000 millones de neuronas, pero pocas conexiones neuronales. Éstas se irán multiplicando a medida que el niño crece, mediante la estimulación ambiental, sensorial, cognitiva y del movimiento. A los cuatro años puede llegar a un máximo de 1000 billones de conexiones neuronales”.[i]
Entendiendo esta
información evolutiva, es imposible que a un niño se le pueda exigir
habilidades neuronales no desarrolladas todavía para adaptarse arbitrariamente
a costumbres culturales sin ningún asidero sociobiológico que lo sustente. Los
bebés NO poseen la capacidad neuronal para comprender ni menos adquirir de
buenas a primeras una forma de dormir que es ANTI-EVOLUTIVA. Esto porque para
nosotros como especie, es vital el cuidado absoluto del bebé para su
supervivencia, esto sobretodo de noche y al dormir ya que filogenéticamente existe
en nuestra memoria de millones de años, la vivencia de amenaza de muerte por
parte de depredadores que se activa en niños Y ADULTOS durante toda la vida.
Un claro ejemplo de esto
son los despertares nocturnos. Tanto bebés como adultos tenemos despertares
nocturnos. Ellos son nuestro principal mecanismo de defensa ante una posible
amenaza depredadora mientras dormimos y estamos desconectados y vulnerables.
Recordemos que como raza humana llevamos existiendo 4 millones de años y esa
memoria, esa impronta NO SE BORRA NI SE ENTRENA. Pueden confirmar esta premisa
adquiriendo aplicaciones en el celular que detectan los despertares nocturnos y
miden la calidad de sueño. Pruébenlo y compruébenlo. Ahora, ¿Cuál es la
diferencia con los bebés? Que nosotros adultos, hemos adquirido a través del
desarrollo cerebral de los años las habilidades para no despertarnos totalmente
en cada despertar nocturno y podemos volver a dormir fácilmente. Los
bebés que han pasado 9 meses dentro del útero materno sin ningún tipo de amenaza
depredadora, no tienen la capacidad de regularse emocionalmente y por lo tanto
requieren de mamá u adulto significativo para hacerle SENTIR a través del
contacto FÍSICO y emocional que está A SALVO. Los métodos de entrenamiento
EVITAN el contacto físico, privan totalmente la sensación de seguridad del bebé
y niegan la evolución humana de supervivencia, orientando el resultado a una
cuestión social conveniente para fomentar la sumisión y dependencia de los
seres humanos a los cánones sociales y moldear futuros adultos más manejables
para la sociedad. La cultura del miedo y de la necesidad de aprobación social
no está a la vuelta de la esquina. Está pasando aquí y ahora y se desarrolla
desde estos actos antievolutivos apenas nacidos.
Los niños si saben
dormir. Saben perfectamente y mejor que nosotros los ritmos de su cuerpo. Sin
embargo nuestra misión es ayudarles a ese confort, proporcionando calor,
contención y ciertas rutinas que ayuden a aclimatarse a la vida extrauterina.
Ése es el punto. Estudios demuestran que el periodo evolutivo del sueño
infantil hasta llegar a un sueño parecido al de adulto toma desde recién nacido
hasta aprox 6 a 7 años de edad para su total maduración. Acompañar
informadamente las etapas del sueño infantil es parte de la responsabilidad
implícita de la ma/paternidad y no un mero tema de moda de crianza. Cuando nos
informamos del desarrollo cerebral estamos formando futuros adultos con un
óptimo desarrollo de habilidades emocionales/sociales/físicas e inteligencia de
todo tipo. Es ahí cuando la evidencia comprobable de Daniel Siegel y otros
expertos en el tema, demuestra que la autonomía y autorregulación de los
adultos se desarrolla si está acompañada de una guía parental que propicia el
buen desarrollo neuronal. Por último, queda demostrado en estudios científicos,
los efectos nocivos de no atender al llanto de los bebés, que es la propuesta
de cualquier método de adiestramiento.
A continuación
citaré sólo algunos de los principales estudios y sus consecuencias y evidencia
científica que, dicho sea de paso, no menciona ni brinda y quizás ni sabe,
ningún profesional de la salud que fomenta estás prácticas violentas
hacia los niños. Estos estudios han sido recopilados por María Berrozpe, PhD. y
experta en sueño infantil: "Al llorar sin el consuelo de sus
cuidadores, sus cerebros se inundan con hormonas del estrés que son
neurotóxicas, como el cortisol (Blunt Bugental et al, 2003;
Gunnar & Donzella, 2002).
Los opiáceos endógenos cerebrales, responsables de la sensación de
bienestar, disminuyen con la tristeza (Zubieta et al, 2003) y los circuitos de dolor físico se activan (Eisenberger et al, 2003; Panksepp, 2003).
Con el tiempo, cuando estas experiencias son frecuentes y duraderas, la
respuesta al estrés del cerebro puede verse afectada y producirse un exceso
de sensibilidad y actividad (Anishman et al, 1998), produciendo una
predisposición a la depresión clínica y la ansiedad (Barbas et al, 2003; De Kloet et al, 2005; Watt & Panksepp, 2009), malos resultados en la salud física y
mental y envejecimiento prematuro y mortalidad (Preston & Waal, 2002). Un sentimiento de angustia
persistente y frecuente durante los periodos sensibles de la infancia temprana
reduce la expresión de los genes del ácido gamma-aminobutírico (GABA), lo que
produce desórdenes de ansiedad y depresión a la vez que aumenta el riesgo de
consumo de alcohol como respuesta de alivio al estrés (Caldji et al, 2000; Hsu et al, 2003)". [ii] Sabemos
a su vez que un correcto equilibrio de GABA evita respuestas agresivas y el
desarrollo sano de control de impulsos durante toda la vida.
Por otro lado, a nivel
vincular hay un estudio de Middlemiss y
colaboradores (Middlemiss et
al, 2012) muy interesante que demuestra que tras tres días de
adiestramiento se producía una desincronización significativa en los niveles de
cortisol entre las madres y sus bebés. Mientras que los niveles de cortisol de
los bebés no cambiaban a pesar de que dejaban de llorar, el de sus madres
disminuía significativamente en cuanto sus hijos ya no lloraban. Esta
desincronización significa en términos simples que la madre se desconecta
afectivamente del bebé y con esto, todo el proceso intuitivo-sensitivo de
supervivencia de la especie se altera. Se presume además que puede traer como
consecuencia mayor taza de problemas vinculares con el bebé y emocionales de la
madre, al no poder “leer” a su bebé con facilidad debido al efecto que genera
en ella éste entrenamiento de sueño infantil, quedando a la merced de un
vínculo más racional, albergando emociones contradictorias y pudiendo
predisponer en mayor medida a depresión postparto y otros trastornos ansiosos,
de estrés y de ánimo. También observaron que, a pesar de que los niveles
de cortisol eran iguales en los bebés durante los tres días de adiestramiento,
estos lloraban significativamente más el primer día que el tercero. Esto
simboliza lo que en psicología se llama la “desesperanza aprendida” la cual se
define por aprender tempranamente que mis necesidades básicas de contención y
afecto no serán cubiertas por mis cuidadores e incluso imprimen en muchos niños
la sensación de no merecimiento de amor incondicional y atención por parte de
quienes más aman.
2. Los niños
pasados los 6 meses de edad deberían despertar máximo 1 ó 2 veces en la noche y
dormir solos:
Esto lo dijo hace menos de 2 meses en una entrevista para un
blog una neuróloga Chilena lo que me parece grave por decir lo menos, tanto por
la periodista que desinforma como por la nula actualización de estudios de la
profesional de la salud. Existe evidencia suficiente para demostrar, como
expliqué en el mito anterior, que los despertares nocturnos son normales en los
niños e incluso los adultos. Dicho esto además, se suman millones de cambios
importantísimos a esa edad que enumeraré para no extenderme tanto (La info
científica ya la dí). Importante destacar que mientras dormimos, procesamos
todo lo vivido y aprendido durante el día, también las emociones, las cuales
influyen y hasta determinan totalmente la calidad de nuestro sueño.
- La
mayoría de las mamás se reincorporan al trabajo a los 5,5 meses del bebé,
lo que genera un cambio importante en la rutina y vínculo del bebé con su
principal figura de apego. La mayoría reacciona demandando mayor atención
en el día pero muchos de ellos, de noche, con mayor cantidad de despertares
nocturnos, miedos, pesadillas, etc.
- A
los 6 meses los niños comienzan el proceso de encarnar mejor su cuerpo
físico. Hay una serie de sucesos neuronales que gatillan una explosión de
conocer y explorar todo lo que encuentran y el cuerpo físico y su
“torpeza” motriz no siempre les acompañan, generando frustraciones que son
procesadas durante el sueño, generando más despertares producto de depurar
todo este contenido emocional y todas estas experiencias nuevas mientras
duermen. Cabe destacar que lo seguimos haciendo de adultos cuando en el
sueño mezclamos lo que nos pasó en el día, con fantasías y otros temas del
inconsciente.
- A
los 6 meses aproximadamente junto con las nuevas conexiones neuronales los
niños terminan el desarrollo visual a nivel de adulto. Recién a ésta edad
pueden ver con la misma nitidez que nosotros. Esto lo cuento sólo para
captar la intensidad de coneiones neuronales que se están desarrollando a
ésta edad, junto con la incorporación de la alimentación sólida que es
también un hito re importante que se procesa en el dormir.
- A
esta edad también muchos niños comienzan la sala cuna o a estar bajo el
cuidado de una nueva persona o más horas con la persona que ya conocían,
esto debido a la reincorporación laboral de la mamá sea dependiente ó
independiente. Esto también genera una serie de nuevos aprendizajes y
estímulos que se vivencian durante el día e influyen notoriamente en el
procesamiento nocturno durante el sueño.
- Aproximadamente
a los 8 meses se produce un fenómeno vincular denominado “la crisis o
angustia de separación”. Esta etapa puede durar hasta más menos el año y
medio, en algunos niños más, en otros menos, recordemos que todos los
seres humanos somos DISTINTOS, sean niños o adultos, ojo con las
expectativas. ¿Que pasa con esta crisis? El bebé se siente mucho más
dependiente de su figura de apego y comienza a demandar (que no es lo
mismo que una exigencia… una demanda es una necesidad afectiva básica)
mayor contacto físico y con el desarrollo pleno de la visión, la sensación
de que cuando la mamá o papá no está en su campo visual, éste ha
desaparecido por completo y no tiene la capacidad neuronal (insisto mucho
en esto) de razonar que simplemente está en otra habitación. Tampoco tiene
la capacidad de discriminar tiempo, por lo que siente que se fue PARA
SIEMPRE y no sabe que puede volver en 2 minutos de reloj. Esto le genera
una angustia tremenda que por su inmadurez cerebral no sabe gestionar y
requiere de un adulto sensible y empático frente su inmadurez
neurológica, para comprender, calmar, regular y reflejar lo que le está
pasando “miamor entiendo que te hayas asustado porque la mamá salió de la
pieza, pero sólo fui a buscar tu ropa y volví, ¿estás más tranquila
ahora?” Decir eso con frecuencia, y siempre anticipar las salidas,
despedirse CADA VEZ que uno tiene que salir de la casa, son medidas
importantísimas para asentar las bases de un vínculo seguro que, en
términos de sueño infantil, sufren un fuerte remezón en cuanto a la
cantidad de despertares nocturnos. En ésta etapa lo general es que
aumenten considerablemente hacia los 7 – 8 meses y disminuyan
progresivamente a eso del año y medio.
Después de describir estos sucesos hacia los 6 meses de
edad, más todos los temas a nivel familiar que se desarrollan en cada casa, en
cada hijo, hija, etc. ¿Ustedes creen que es esperable y sobre todo NORMAL, un
solo despertar a la edad de 6 meses?, ¿Y qué además, se les exija dormir solos
en este proceso de tantos cambios que viven? Es vital cambiar el paradigma de
lo que es normal en el sueño infantil y lo patológico. Los despertares
nocturnos (2, 4, e incluso 7 veces) a ésta edad son NORMALES. Lo patológico es
más bien exigir, fomentar y viralizar expectativas irreales acerca de cómo
deben dormir los niños a ésta edad. O sea, lo patológico es lo que los
profesionales de la salud y las costumbres culturales adultocéntricas están
promocionando.
Sigo. Debemos comprender que el sueño al ser un proceso
evolutivo, como todo proceso neuronal que viven los niños, hay que acompañarlo,
eso lo ve cada familia. Se colecha o se duerme cerca o se duerme en la pieza de
al lado y se acompaña todas las veces que sea necesario para entregarle
seguridad a ese bebé en desarrollo. Sin embargo, las expectativas centradas
sólo en la comodidad del adulto no son compatibles con un desarrollo neuronal
saludable. Ser padres nos invita a re-plantearnos las cosas, a mirarlas desde
nuevas perspectivas, a poner en tela de juicio los mandatos heredados por
nuestros padres y crear nuevos modelos de crianza basados en lo que nosotros
sentimos como mamá, como papá y como pareja (tú, yo y nosotros… hay 3
entidades). Necesitamos validar que cada miembro de la familia se sienta cómodo
y escuchado. Tener un hijo es un terremoto grado 10 para la pareja amorosa, y
conversar sobre los estilos de crianza y las expectativas que tenemos es
fundamental para llevar los cambios naturales de la crianza de los hijos a un
nivel saludable para todos. Cuando nos planteamos nuestras metas con los hijos (quiero
un hijo feliz, inteligente, etc…) tenemos que ir al cómo voy a promover eso.
Porque muchos se quedan en la meta pero no dimensionan que el “cómo” es la
clave de todo.
Estoy segura que la mayoría de los padres que han
considerado o incluso aplicado ciertas técnicas conductuales de ignorar el
llanto de los niños u obligarlos a dormir solos, lo hacen con la mejor de las
intenciones para cumplir con estas metas. Plantearnos los pros y contras de
cómo educamos es menester de todos como papás y como sociedad, al comprender
que estos niños serán los futuros adultos del mañana. Comprender la
evolución de la maduración neuronal de otro ser, nos lleva a buscar entonces
otras formas de poder llegar a la misma meta, pero potenciando ese desarrollo,
no entorpeciéndolo con métodos que vemos, más allá de que no tienen ningún
sustento científico ni evidencia sociológica de la evolución de la
especie humana, son simplemente técnicas fundadas en la idea de forjar futuros
adultos moldeables para los propósitos de dominación y poder que tienen a
varios países hoy con crisis sociales, aumento de enfermedades mentales, tazas
de suicidio por las nubes y un alto etc.
Plantéate cómo llegar a tus metas en la crianza de tus
hijos, sé protagonista de su desarrollo, potencia sus habilidades, empatiza,
pon límites como te gustaría que A TI te pusieran (a nadie por sentido común le
gusta que le pongan límites con faltas de respeto ni violencia) y sobretodo,
hazlo desde el sentir al otro, no desde la razón. Nos han enseñado a pensar
tanto, que nos hemos ido desconectando del sentir, y sentir es lo que nos hace
más humanos y nos lleva al crecimiento personal. Sentir es lo que nos conecta
con los demás, con nosotros mismos y con lo que puedan estar necesitando
afectivamente nuestros hijos. Razones siempre habrá, opiniones siempre habrá,
pero cuando uno se conecta con sus hijos, sintiéndolos… incluso para decir
“necesitamos un poco más de límites a la hora de almuerzo”, incluso ahí, ya es
una ganancia para ambos lados si se hace en consciencia y respeto.
Pamela
Labatut Hernández
Psicóloga Clínica y Psicoterapeuta
Terapeuta Complementaria
Especialista en sueño infantil
www.psicologiayflores.cl
Psicóloga Clínica y Psicoterapeuta
Terapeuta Complementaria
Especialista en sueño infantil
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